Todos hemos oído alguna vez que la luna ejerce una influencia directa sobre nosotros, pero pocos sabemos determinar cómo, cuándo ni en qué aspectos de nuestra vida actúa esa influencia. En el transcurso de pocos siglos el conocimiento sobre las influencias determinadas por la posición de la luna se cayó casi en el olvido, hasta tal extremo que en la actualidad muchos individuos reaccionan con asombro y cautela cuando oyen hablar de ello.
La luna es misteriosa. Se la conoce con muchos nombres y la veneran muchas culturas de todo el mundo, tanto antiguas como modernas. Se le atribuyen poderes mágicos y misteriosos como convertir a un hombre en lobo o hacer que el pelo nos crezca más rápido. Pero más allá de los mitos, el satélite de la Tierra es único y sí ejerce una extraordinaria influencia sobre el planeta. La orquestación de las mareas, su papel en el inicio de la vida terrestre y cómo marca el ritmo y hasta la estabilidad del mundo son algunos de los asombrosos poderes reales de la Luna.
Desde tiempos inmemoriales la Luna sorprendió a la humanidad con su gran tamaño, sus ciclos orbitales y sus fases. Fue uno de los dos cuerpos más importantes junto con el Sol y su periodicidad sirvió como calendario en muchas culturas. En Irlanda se ha encontrado una roca de hace 5.000 años que parece ser la representación más temprana de la Luna descubierta hasta la fecha. En muchas culturas prehistóricas y antiguas, la Luna era una deidad u otro fenómeno sobrenatural. Una de las primeras veces que se intentó ofrecer una visión racional y científica de lo que era la luna fue en la Antigua Grecia. La propuso el filósofo Anaxágoras quien razonó que tanto el Sol como la Luna eran dos cuerpos gigantes, rocosos y esféricos y que la luz emitida por la Luna no era más que luz reflejada del Sol. Su idea ateísta del cielo fue una de las causas de su encarcelamiento y posterior exilio.
La Luna es el único satélite natural de la Tierra. Con un diámetro ecuatorial de 3474 km, es el quinto satélite más grande del Sistema Solar, mientras que en cuanto al tamaño proporcional respecto de su planeta es el satélite más grande: un cuarto del diámetro de la Tierra y 1/81 de su masa, o sea, 50 veces más pequeña que la Tierra y 6 veces menos pesado. Se encuentra en relación síncrona con la Tierra, siempre mostrando la misma cara hacia el planeta. A pesar de ser en apariencia el objeto más brillante en el cielo después del Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión similar a la del carbón. Las temperaturas de la superficie oscilan entre – 233ºC por la noche y 127ºC al mediodía, cuando la Luna refleja la luz que recibe del Sol sobre la superficie de la Tierra. Su gravedad – un sexto de la de la Tierra – influye en los flujos de las mareas de la Tierra y en los patrones climáticos.
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Finalmente, aliento a cada uno a reflexionar sobre el concepto del día. Nadie más que nosotros podemos resignificar nuestro propio ser