Los interrogantes sobre la esencia del hombre y sobre el sentido de su existencia, tanto hoy como en el pasado, no son producto en primer lugar de la curiosidad científica, que quiere saber más. Los problemas antropológicos irrumpen en la existencia, intervienen casi sin darse uno cuenta y se imponen por su propio peso. Dichos problemas existen, no porque alguien se haya empeñado en estudiar la esencia del hombre, sino porque la vida misma plantea el problema del hombre y obliga a afrontarlo. Tal cosa no acontece esporádicamente en alguna persona privilegiada, sino que es lo normal –al menos en cierto modo– en la vida del hombre que se encuentra abierto y está ávido de autenticidad. La antropología filosófica no se saca de la manga los problemas del hombre. Se los encuentra ya ahí, los reconoce, los asume, los estudia críticamente y trata de hallar una respuesta que pueda iluminar la problemática concreta y existencial.
La problemática antropológica aparece en la vida concreta de modos muy distintos, que se pueden reagrupar en torno a estos tres temas: estupor y admiración, frustración y desilusión, experiencia de lo negativo y del vacío.
La reflexión sobre las dimensiones fundamentales del hombre puede deberse al estupor: asombro ante el coraje que conquista la naturaleza, los mares y los montes (véase el canto coral de la Antígona de Sófocles), ante el genio artístico que se expresa en la música, en la poesía, en la pintura, en la literatura y en la arquitectura, etc., o ante la fascinación de la amistad y del amor, de los ojos inocentes de un niño, de una obra noble, del sacrificio de la propia vida en aras de una gran causa; o a la admiración que se siente ante el universo y ante el hombre y sus creaciones.
El estupor refleja de algún modo una actitud contemplativa, profundamente reprimida en la civilización contemporánea, pero no apagada, que persigue el reconocimiento de la grandeza misteriosa que hay en el hombre, independiente de la obra humana y anterior a ella.
Invito a todos a leer el post de Matias con el tema del día
Finalmente, aliento a cada uno a reflexionar sobre el concepto del día. Nadie más que nosotros podemos resignificar nuestro propio ser