Géminis – Mental – Tobillos: IR-VOLVER

Hoy podemos constatar de dónde venimos: de la materia originada a partir de aquel primer instante, seguido de los primigenios hidrógeno y helio, para pasar luego a más de un centenar de elementos químicos, que surgieron en el cosmos por transmutación en los hornos estelares. A lo cual se debe la circunstancia de que tantas veces se diga que somos hijos de las estrellas. Y la observación reciente del inmenso espacio cósmico que nos rodea, llevó a Edward Fredkin —profesor de la Carnegie Mellon University (Pensilvania) y pionero en Física digital— y Seth Lloyd —profesor de ingeniería en el MIT—, a considerar que el universo se desarrolla siguiendo el programa de un superordenador cuántico-gravitacional.

También puede suceder —hipótesis cada vez con menos seguidores— que el universo en expansión, en un proceso de destrucción y recreación de estrellas, planetas y galaxias, en vez de llegar un momento en que todo sea frío y sin luz, pasemos a un proceso de contracción: big crunch. Con la vuelta a empezar, en lo que sería un universo oscilante, con la amnesia cósmica entre uno y otro latido. Por lo demás, el universo en que estamos tal vez no sea único, y haya otros diferentes: el multiverso a que se refiere el joven cosmólogo Max Tegmark.

dentro de lo que es toda una filogenia cósmica de incertidumbre, se tiene la sensación de que, incluso los más escépticos, no descartan la posibilidad de una evolución hacia un punto Omega (Teilhard dixit); o como quiera que pueda llamarse, en la idea de que la evolución tiene características teleológicas o teleonómicas, que le dan un sentido, en un camino de perfección con posibles metas físicas y espirituales que hoy sólo vislumbramos lejanamente.

Y al final del adónde vamos, inevitablemente hay que plantearse si serán posibles los viajes interespaciales, salir definitivamente del Sistema Solar, para entrar en el inmenso espacio interestelar. Una idea a la que nos hemos acostumbrado desde Stanley Kubrik y Arthur Clarke con “2001, una odisea del espacio” (1967), por la ciencia ficción en el cine. Pero su viabilidad plantea dificultades casi increíbles como ya vimos. Así pues, si desde el viaje De la Tierra a la Luna (1865) de Julio Verne a la Misión Apolo con Neil Amstrong (1969), pasaron 104 años ¿cuánto demorará la materialización de las ideas contenidas en el también libro de Julio Verne, menos conocido, Héctor Servadac (1877), hasta hacerse realidad la navegación en el cosmos interestelar? No lo sabemos…

Invito a todos a leer el post de Matias con el tema del día

Finalmente, aliento a cada uno a reflexionar sobre el concepto del día. Nadie más que nosotros podemos resignificar nuestro propio ser

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s