En Construir, habitar y pensar, Heidegger nos muestra cómo muchas veces las palabras esenciales del lenguaje caen en el olvido, retirándose el sentido propio de ellas, un caso concreto es el de la palabra “construir”. Esta palabra viene del alemán Buam, significa habitar y quiere decir permanecer, residir. La antigua palabra abun se refiere a la manera según la cual los hombres somos en la tierra. Por tal razón, ser hombre significa estar en la tierra como mortal.
Por otra parte, la antigua palabra Bauen remite al hecho de que el hombre es en la medida en que habita y significa además abrigar, cuidar, custodiar, velar por, cultivar (construir) una tierra de labranza, o una viña. A través de toda esta rica significación, se advierte que el construir no se refiere estrictamente a la técnica encaminada a erigir viviendas, monumentos, sino que conlleva un significado cercano al orden natural biológico de crecimiento y maduración de los frutos.
De esta forma, podemos establecer una distinción entre dos modos de entender el construir: uno estaría referido a la palabra collere como cultura, cuidar y el otro, construir en sentido técnico o “arte de levantar edificios”, en esta última actividad estaría incluida el habitar necesariamente. Sin embargo, para Heidegger, a pesar de que tanto el construir como el habitar —es decir, estar en la tierra para la experiencia cotidiana del ser humano— ha sido siempre lo “habitual”, el sentido propio del construir (a saber, el habitar) ha caído en el olvido. En el construir se oculta algo decisivo: el habitar no se piensa nunca como rasgo fundamental del ser del hombre
La destrucción de la ética en la actualidad se consigue por considerarla creación humana, por reducir su estudio a las ciencias humanas (psicología, sociología) y por el principio de que todo interés (sea individual, sea social) es egoísta. La experiencia moral es incompatible con este planteamiento. La moralidad forma parte de la estructura ontológica de la acción humana libre. La negación de la moralidad comporta la destrucción del hombre.
La destrucción de la moral se realiza al menos en dos planos. Respecto del hombre ordinario, su desmoralización estriba en hacerle perder sensibilidad para el juicio moral y persuadirle para que siga modelos de vida inmorales. Respecto del hombre reflexivo, la historia de la ética reciente muestra que las corrientes influyentes –pragmatismo, procedimentalismo, etc.– tienen una entraña inmoral. La moralidad estriba en la capacidad del hombre de conocer la bondad o maldad de los actos y en la de obrar bien. Al mismo tiempo que disminuye el sentido moral, aumenta la pseudomoral. El hombre contemporáneo es agredido de continuo en su conciencia para que concentre su esfuerzo moral en buscar relaciones sexuales seguras, ser tolerante con los usos homosexuales, cuidar la naturaleza material, defender a los animales, procurar tener una vida sana, adoptar actitudes dialogantes y negociadoras con todos, etc. Nuevos usos y costumbres que se justifican de espaldas a cualquier consideración de orden moral.
Invito a todos a leer el post de Matías con el tema del día
Finalmente, aliento a cada uno a reflexionar sobre el concepto del día. Nadie más que nosotros podemos resignificar nuestro propio ser